sábado, 17 de diciembre de 2016

El Juego...

EL JUEGO


Por Carlos G. De Marcos




            Había estado mucho tiempo perfeccionando su juego con cucarachas y otros insectos. Pequeños objetivos fáciles de dominar. De pequeño, su madre le había enseñado a hipnotizar pollos dibujando una raya en el suelo o dormir gallinas. Esto sería pan comido.

          Trazó un círculo invisible en el alfeizar de la ventana con la yema de sus dedos; luego tamborileó estos sutilmente sobre la superficie de cemento. Lo hizo un par de veces, y entonces el incauto pajarillo, mirlo o gorrión, que observaba con curiosidad la maniobra  se introdujo dentro del círculo imaginario.

          El pobre ave, por más que se debatía, agitaba las alas, piaba o picoteaba furioso la barrera hipotética, era incapaz de escapar. Luego, el hombre volvió a repicar con sus dedos el alfeizar, como si estuviera buscando una nota perdida en un piano, con delicadeza, otras dos veces y el pajarillo cayó muerto de inmediato.

       Una vez terminado el juego, el hombre empujó el pequeño cadáver emplumado con los mismos dedos que le habían dado muerte y éste cayó abajo, al patio del presidio; luego se giró y miró a su compañero de celda, dormido en la litera de arriba y se preguntó para sus adentros y se  sonrió entre dientes con una mueca bellaca.

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